Ganó el oficialismo las elecciones en Chile y ese país ya tiene su primer mujer presidente.
Desconozco mucho de este país. Aunque presumo de no tener los prejuicios que muchos argentinos tienen respecto a sus habitantes.
Visité Chile en dos oportunidades en: el '94 y en el '98. En ambos casos vi una sociedad aparentemente muy ordenada y gente muy respetuosa. Me inquietaba un poco la imagen constante de los carabineros con sus armas largas a la vista en las calles de Santiago.
Me surgen muchas dudas sobre Chile cuando veo que su modelo político y económico es reinvindicado por los liberales pero al mismo tiempo lo gobierna una coalición que integra gente que hace llamar socialistas.
Parece ser que la nueva presidente está muy ligada a través de su familia a la malograda experiencia de Allende. Pero a la vez, quizá por su exilio en Alemania Oriental durante la dictadura de Pinochet o por su maduración personal, sepa las consecuencias de la aplicación de las recetas socialistas en las sociedades en el sXX.
Me llama la atención que el triunfo de la candidata oficialista haya mantenido un equilibro de porcentajes del 53 contra 47 en una elección que es una segunda vuelta donde se ha enfrentado con un candidato identificado con la derecha y vinculado familiarmente con la experiencia de Pinochet.
Una certeza que sí tengo sobre Chile es que más allá de si esta elección marca un giro a la izquierda o no en ese país, Chile ha sido un país que se ha movido con enorme prudencia en los últimos 15 años. Supongo que seguirá siendo así.
Tengo también la certeza de que el modelo chileno no genera entusiasmo en los países vecinos, donde parece que genera más emoción la retórica pretendidamente rebelde de Chavez, Evo Morales o Fidel Castro que la moderación del discurso de los líderes de aquel país.
La chilena siempre me pareció ser una sociedad tajantemente dividida. Donde se puede encontrar gente defensora de Pinochet como otra violentamente volcada en su contra y defensora del derrocado Allende. A diferencia de la común ubicuidad latinoamericana cuyos favoritismos parecen oscilar permanentemente entre un extremo y otro de las opciones políticas.
Pronto se verá qué depara el futuro a ese país, pero francamente no creo que nos brinde las típicas sorpresas o abruptos cambios de rumbo que suelen brindar últimamente Bolivia, Venezuela o Argentina.
lunes, enero 16, 2006
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