Esta es una curiosa historia que leo hoy en La Nación sobre un médico abortista que de repente cambió radicalmente su posición y su actividad.
Admito que siendo católico y habiendo tenido una hija aun no me cierra oponerme totalmente al aborto. Conozco los trastornos y dificultades a las que se debe enfrentar una mujer al quedar embarazada aun cuando el embarazo es deseado. No quiero imaginar lo que debe ser enfrentar eso mismo cuando es algo no deseado, producto de una violación o simplemente de una relación sexual accidentada. Realmento, como hombre, no puedo pensarme exigiendo a una mujer que pase por ese transe cuando no lo buscó voluntariamente y con una pareja que la acompañe.
lunes, noviembre 14, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Gracias por tu comentario en mi blog.
De todas maneras te puedo sugerir algunos motivos para estar en contra del aborto:
si todos estamos de acuerdo que a partir del momento de la concepción existe una vida humana distinta de la de la madre (para ponerlo en términos científicos, existe una "firma" de DNA absolutamente única, propia de esa persona) no hay motivo en la tierra que justifique su asesinato. Mucho menos motivos de conveniencia de la persona que sea.
Jorge: lamento informarte que tan católico no debes ser si te cuesta entender este concepto.
Publicar un comentario