domingo, abril 02, 2006

2 de abril


La fecha del 2 de abril es sinónimo de aniversario para cualquier argentino.

El día de hoy se cumplen 24 años de aquella fecha histórica a partir de la cual la Argentina cambiaría para siempre. Los argentinos, durante aquellos dos meses y medio, vivimos días intensísimos que sin duda quedaron grabados en nuestra memoria.

En mi caso tengo los recuerdos muy frescos y tengo en mi mente miles de imágenes, hechos, frases, personajes...

En aquella época, a punto de cumplir trece años, cursaba mi primer año de secundaria en el colegio industrial Otto Krause...

Cada uno puede contar una historia diferente de ese período y los recuerdos de aquellas semanas dan lugar para una enciclopedia.

Recuerdo la inquietud y el entusiasmo de estar viviendo una guerra en el justo momento en que uno empieza su camino a la vida adulta.

Recuerdo las especulaciones sobre amenazas nucleares de los ingleses, la intervención de los «rusos» en la guerra y miles de hipotéticos desenlaces al conflicto.

Recuerdo los anuncios que comenzaban con la frae "Comunicado número..." que un locutor emitía con voz marcial por radio y televisión. Estos anuncios lograban congelar en un instante a los miembros de cualquier hogar para poder escuchar claramente el reporte. Algunas veces nos enterábamos de bajas argentinas, muchas veces se trataba de logros en contra de los ingleses, sobre los que luego se especulaba si eran reales o no.

Recuerdo las imágenes grabadas en el mismo territorio del conflicto, con periodistas oficiales que contaban una realidad acorde con lo deseado por el mando militar.

Recuerdo el «Estamos ganando» de la revista Gente y las miles de especulaciones sobre portaviones ingleses hundidos gracias a la bravura de los militares argentinos.

Recuerdo los Exocet y los Mirage, manejados por los temerarios pilotos de las fuerzas de nuestro país. Éstos representaban el único sector mínimamente profesional que enfrentaba a una expedición británica que venía de recorrer 12000 kilómetros para recuperar unas tierras hasta ese momento olvidadas por ellos.

Recuerdo los gestos de países como Perú o Venezuela, que hicieron recordar a los argentinos que éramos más latinoamericanos de lo que creíamos. Ellos se sentían más cerca nuestro que nosotros de ellos.

Recuerdo la estrella diplomática del momento, Nicanor Costa Mendez, que como canciller de un gobierno que había sorprendido al mundo reviviendo un conflicto centenario, hacía permanentes piruetas para explicar la postura argentina.

Recuerdo las caras de los jóvenes , vírgenes de toda guerra, que con dieciocho años habían sido llamados a combatir por unas tierras cuyo significado había sido una y otra vez grabado en sus mentes en las escuelas.

Recuerdo aquellos voluntarios que vieron resurgir su patriotismo y que decidieron ir a la guerra. No sé qué fue de su destino, pero sospecho que serán miembros de la larga fila de desencantados y estafados por un país que cada tanto se enfrenta al mundo creyendo ser el dueño de la verdad.

Recuerdo las colectas y las maratones televisivas para juntar dinero para financiar la guerra. Miles de historias se tejieron luego sobre el destino del dinero recaudado. Famosos donaron sus joyas, humildes aportaron lo poco que tenían para salvar un conflicto que hundía al país.

Recuerdo las manifestaciones en la Plaza de Mayo, para vivar los logros de un patético dictador militar que había logrado su minuto de gloria poniendo al país en la senda de la tragedia.

Recuerdo la noticia del hundimiento del buque General Belgrano. Cientos de jóvenes argentinos sintiendo el frío gélido de las aguas del sur, pereciendo por una causa que más tarde avergonzaría a muchos.

Recuerdo la rendición, el anuncio de un Galtieri al borde las lágrimas. La historia del general británico llegando sucio y con traje de fagina a encontrarse con el gobernador militar argentino que mantenía su ropa impecable y sus botas lustradas.

Recuerdo las anécdotas sobre el trato de los ingleses sobre los prisioneros argentinos, que se sentían mejor en esa situación que estando al mando de sus propios oficiales en la isla.

Miles de recuerdos y de sensaciones de esas semanas en las que el país cayó una vez más en el abismo. Víctima de la sinrazón, quemando de nuevo otra generación de jóvenes en la hoguera de sus absurdas pretenciones y falsas ilusiones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

te acordás de la canción de Lerner? "Sonriendo despidió a su madre, se iba al fin del Atlántico, el reino lo ordenaba, es que unos salvajes, osaron molestar, el orden imperial, y pagarán...
Barcos, aviones,... y municiones, madre estate tranquila, el mundo así camina,..... qué nos podrán hacer?... somos distintos... somos mejores..

Pero madre qué está pasando acá, son igual a mí, aman este lugar, tan lejos de casa,...


etc, etc... se ve que la edad no viene sola porque me olvidé de muchos pedazos de la letra...

Cuánta ingenuidad... qué necesidad profunda tenemos de sentirnos orgullosos de ser argentinos que aceptamos cualquier oportunidad como válida...

Gracias Jorge, muy bueno tu artículo!!

Anónimo dijo...

Chiquita pero cumplidora: Nicanor Costa Mendez con Castro (lastima que no encontre la del abrazo)

Jorge dijo...

gracias por sus aportes!

Lo de Mendez con Castro creo que no está registrado en ninguna foto. Si mal no recuerdo fue una versión que corrió en su momento y que mereció una caricatura de Hermeregildo Sabat en la página de opinión del Clarín de los domingos.