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La Bonafini se atrincheró en la Catedral de Buenos Aires para reclamar dinero. En lugar de hacer los trámites como cualquier mortal optó por lo que mejor saber hacer: montar un escándalo y prepotear a quien se le ponga delante.
Los responsables del templo se apresuraron a clausurar los baños, parece que no saben que en la Argentina actual los manifestantes de esta clase no los necesitan y hasta casi se han olvidado de cómo se usan.
Finalmente el gobierno de la ciudad entregó el dinero. Yo también lo haría, si me mandan a Sergio Schocklender como negociador...
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